Adrenalina

May 16, 2009

Aumenta el ritmo cardíaco, aumenta la tensión arterial, aumenta la cantidad de glucosa en sangre, dilata la pupila para tener una mejor visión y a veces estimula el cerebro para que produzca dopamina, hormona responsable de una sensación de bienestar pudiendo llegar a crear adicción. ¿Adicción inconsciente? Puede ser. Esta hormona segregada por las glándulas suprarrenales es objeto de mi atención. Justa merecedora pues me beneficio de ella día sí, día no.

Somos productores de adrenalina. También somos consumidores de dicha hormona aunque unos más que otros. ¿Qué se siente al descender una montaña en bicicleta? ¿Qué se siente al cabalgar sobre una ola? ¿Qué se siente al echar un polvo? ¿Qué se siente en una pelea? ¿Qué se siente al hablar delante de miles de personas? ¿Qué se siente al cantar delante de miles de personas? ¿Qué se siente al marcar un gol en una final de Liga de Campeones?

El reto está delante de ti. Los nervios entran en escena pero los vas a dominar, sabes que los puedes dominar y alcanzar lo que te has propuesto.  Tu mirada se fija con una seguridad incontestable, embriagada de concentración. La adrenalina te da la fuerza necesaria para completar la hazaña que solo tenía cabida en tu imaginación. Durante unos segundos no existen los segundos, destrozas la sensación de temporalidad, de caducidad.  No existen las preocupaciones, no existe nadie alrededor, solo experimentas el vacío, la nada acompañada de los sentidos elevados a la máxima potencia. Finalmente, tras la emancipación de la tensión, tras el grito estentóreo se da paso al placer, a esa sensación de bienestar, de relajación. Tu rostro por fin desvela una sonrisa.

Liberar adrenalina es un placer. No entiendo como las personas tienden al sedentarismo patrocinado por la caja tonta. Señores, nuestro fin último en esta vida ya no es procrear. Somos muchos en este planeta. Démosle unas vacaciones a nuestro instinto de supervivencia. Dejemos de lado la docilidad, la muerte metafórica.  La adrenalina es una sustancia mágica pero también dañina si la almacenas durante mucho tiempo. Tu cerebro se relaja demasiado, tus músculos se reblandecen y tu existencia se domestica. Liberar adrenalina significa ataraxia. Tu entorno se vuelve tuyo, todo carece de importancia. Los problemas se vuelven meras eventualidades mientras caminas sobre una alfombra de bienestar. Algo  superior al cliché de ¿Soy feliz?